Abrapalabra - Montevideo
El dedo saltó impulsado por el golpe de la sierra y fue a parar al triturador de carne. Quedó irreconocible entre la carne molida que un compañero esperaba con una bolsita en la punta del aparato. Él dio vuelta la bolsa y se puso a revolver el rojo contenido. Eso sólo mezcló más mi carne con la de algún otro animal.
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