Pluma y Espada
Pablo se acercó al caballo y le acaricio el cuello. Aquel magnífico corcel agitó su cabeza, como saludando, y lamió con cariño el rostro de Pablo. Caminaron juntos un buen trecho, hasta las lindes de un frondoso bosque. Sacó su espada, y con unos tajos se abrió camino entre las ramas que obstaculizaban el paso.
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